GRUPO DE APOYO LOURDES
DOLOR:
Etimología de la palabra Dolor: viene del latín doloris y es un nombre de efecto o resultado de la acción de un verbo. Significa DEBASTAR, LABRAR, LIMAR Y CORTAR
El dolor emocional es una experiencia subjetiva (Subjetivo se dice de una percepción, opinión o argumento que corresponde al modo de pensar propio de un sujeto.) en la que la persona tiene una herida psíquica que nadie ve, pero que provoca un gran sufrimiento interno, generado a nivel psicológico sin que exista ningún motivo o lesión física, y en ocasiones mayor que el sufrimiento que provoca un dolor físico
Los dolores del alma surgen porque nos aferramos a las experiencias como un todo, ya sean agradables o desagradables. Lo placentero no queremos que se vaya y, extrañamente, lo doloroso lo alimentamos porque encontramos ciertos beneficios ocultos que están allí.
- La palabra dolor expresa un sentimiento de angustia y pena. El dolor se intensifica cuando hay un gran cambio ejmplo: Muerte, divorcio, pérdidas de trabajo, de amistades, de relaciones emocionales, cambios de casa, de ciudad de país etc…
La psiquiatra Elizabeth Kubler descubrió que cuando hay un gran cambio, las personas pasamos por cinco (5) etapas .. a estas etapas las llamó “ Las cinco etapas del dolor “ las cuales definió de esta manera:
- Negación: “ No puede ser que haya muerto, si lo vi ayer “ “ debe haber un error , no era a mí a quien tenía que despedir “
- Ira: “ Ya no creo en Dios”, “ no vuelvo a confiar en nadie” “ siempre caigo en la misma trampa “ “ siempre le creo”
- Confrontación : “ Dios cambió mi vida por la de ella” “ Esto a mí no me afecta, debo seguir como si nada “ “ No me van a entender jamás”
- Tristeza -distimia y en algunos depresión : “ me quiero morir” “ no sirvo para nada “ “ nunca los haré felices “ “ que tengo que Hacer “
- Aceptación: restableciendo el equilibrio y el control, la herida empezará a sanar y a cicatrizar.
SUFRIMIENTO : Experimentar algo que causa dolor físico o moral o molestia.
Sentir físicamente un daño, un dolor, una enfermedad o un castigo.
Sufrir
(Esta palabra proviene del latín sufferre)
Padecer (sentir un daño, dolor, enfermedad, pena, castigo, agravio, injuria o pesar).
– Recibir con resignación un daño. Se usa también como reflexivo.
– Sostener, resistir.
– Aguantar, tolerar, soportar.
– Permitir (no impedir lo que se pudiera y debiera evitar).
– Satisfacer la culpa, por medio de la pena.
– Padecer.
Significado : Concepto Wikipedia
El sufrimiento es la sensación motivada por cualquier condición que someta al sistema nervioso al desgaste. El sufrimiento puede ser por causas físicas o emocionales (psicológicas) y siempre es consciente. No se puede hablar de sufrimiento inconsciente, según el psicoanálisis, como tampoco se puede hablar de sentimiento o sensaciones inconscientes.[cita requerida]
Existen cuatro causas del sufrimiento consciente emocional: el temor, la frustración, la sumisión y el “No querer hacer” y el “No poder hacer”. Cabe aclarar que estas cuatro causas del sufrimiento consciente pueden generar gran placer inconsciente a la persona.[cita requerida]
EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO DESDE LA MIRADA DEL MAESTRO:
En Jesús, tanto el sentimiento de alegría como de dolor parten de la experiencia de Dios. El dolor es un dolor aceptado como parte de nuestro acercamiento a Dios y no como fruto de culpa o castigo por el mal.
El dolor de Jesús es una apertura hacia y ante el dolor ajeno que lo potencia e impulsa a aliviar el dolor de los demás. Nosotros, en cambio, muchas veces vemos el dolor como castigo, como algo ajeno a nuestra naturaleza y por ello nos paraliza, nos quita capacidad de amar, de gozar y de interesarnos por los demás. No estamos ni queremos estar familiarizados con él; nos hacemos insensibles. La realidad de la vida nos hace experimentar que solo el que sabe sufrir es el que sabe vivir y amar.
El sufrimiento de Jesús, para poder entenderlo, hay que encuadrarlo en su alegría de vivir: su anuncio de la “buena nueva”, sus encuentros con la gente llenos de esperanza. En él comprendemos que solo tienen capacidad de alegrarse verdaderamente los que son también capaces de asumir el sufrimiento.
Muchas veces el precio que tenemos que pagar por evitar a toda costa el dolor es la insensibilidad frente a todo lo que vale la pena en la vida. No es por casualidad que allí donde nuestro mundo es más hedonista, donde se evita el dolor a toda costa, en los países más desarrollados, se dan el hastío, la angustia y aun la desesperación y el suicidio.
No podemos seguir desarrollando esa sensibilidad puramente epidérmica del hombre posmoderno, cultivando un cristianismo sin interioridad ni experiencia profunda donde el individuo pueda refugiarse de la dureza e indiferencia de nuestro sistema, encerrándose en una fe privada, individualista y sentimentalista. El único criterio de verificación de nuestro ser cristiano y humano es nuestro amor concreto y real a los demás, con las consecuencias que eso implica. Como nos lo señala muy firmemente el evangelio de Juan: “quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (I Jn. 4, 20).
Si algo nos va a pedir y aun exigir este siglo XXI que comienza, es la capacidad de conmovernos frente a la desdicha ajena, el gesto de acogida y comprensión ante el dolor del otro. Será necesario aquel principio de misericordia que rigió toda la vida de Jesús y que lo llevaba a que se le “conmovieran las entrañas” ante el dolor ajeno, y que a su vez lo señala y pone como modelo en la parábola del “Buen Samaritano”, en la cual queda expresada la actitud humana por excelencia
Fuente: Pontificia Universidad Católica del Perú